Teníamos muchas ganas de viajar por Montenegro en bicicleta, y, tras visitar Dubrovnik, dormimos a pocos kilómetros de la frontera. Despertar en el monte tan cerca de Montenegro, habiendo pasado la noche escuchando a una manada de chacales merodeando cerca, fue un subidón, casi tanto como el que nos esperaba justo antes de cruzar la frontera 😬.
Llegamos a Montenegro en bicicleta
Lo hicimos con la novedad de salir de la Unión Europea por primera vez en varios meses, aunque curiosamente volviendo al €, y es que Montenegro, a diferencia de Croacia, ha adoptado esta moneda aunque no pertenece a la Unión.
Los trámites en la frontera fueron muy rápidos, no había prácticamente nadie. En seguida empezamos a ver a un montón de gente andando por la carretera, desplazándose, y nos dimos cuenta de que aquí no todo el mundo tenía coche.
Las primeras horas fueron bastante interesantes, algunas personas se acercaron a saludarnos, a preguntarnos si necesitábamos algo, muy amables. Los coches circulaban igual de mal que en Croacia, no dándonos espacio casi al adelantar aunque tampoco iban muy rápido.
Montenegro en bicicleta
Nuestra idea era llegar ese día directamente a la ciudad de Kotor. Nada más pasar los primeros pueblos de entrada puedes pedalear por la línea de costa en un agradable paseo, según nos contaron más tarde, porque nosotros no lo sabíamos y lo hicimos directamente por la carretera.
Kotor
Tres bahías consecutivas, llamadas las bocas de Kotor, nos llevaron directamente al fiordo «más al Sur de Europa». Un ferry te cruza directamente el fiordo y te evitas unos 80 kms de pedaleo, que está bien recorrer Montenegro en bicicleta, pero si te evitas 80 kilómetros de carretera, no está nada mal.
El ferry pasa continuamente así que no hay que preocuparse de los horarios, y el trayecto no dura más de 10 minutos.
Una vez que cruzas el ferry el paisaje se torna aún más espectacular, tal vez es uno de los paisajes que más nos ha impresionado en el viaje. Los últimos kilómetros por el fiordo antes de llegar a Kotor son una maravilla, la carretera apenas tenía tráfico y disfrutar de las vistas era muy sencillo.
Pasamos un par de días en Kotor porque iba a llover y porque queríamos visitar la ciudad. El casco histórico de Kotor es una maravilla también, de estilo veneciano similar a muchas de las ciudades que hemos visto en Croacia.
Callejear, tomar helados y socializar con otros cicloturistas fueron planazos que nos montamos allí.
Budva
Tras salir de Kotor nos dirigimos a la costa, a la ciudad de Budva. Comenzamos el camino con una subida que fue bastante llevadera. La temperatura era muy buena y disfrutábamos del día de ruta. Pasamos por pueblecitos muy pequeños.
Nos sorprendían la cantidad de banderas Serbias que empezamos a ver y la gran cantidad de obras que se estaban llevando a cabo. Construcciones y reformas de viviendas, arreglo de carreteras, intuímos ya que la inversión en el país debía ser bastante fuerte en ese momento.
Budva fue un poco shock para nosotros. Lo que habíamos visto en Montenegro hasta ahora se limitaba básicamente a la bahía de Kotor que aunque se veía bastante turística, no era muy diferente a lo que habíamos visto por toda la costa, pero Budva fue diferente.
Se adivinaba que había sido un pueblo costero con casas bajas, un casco histórico amurallado, muy bonito y bien cuidado y un paseo al lado del mar pequeñito, con pequeños bares y restaurantes locales.
Pero todo eso estaba siendo opacado por la construcción de gigantescos bloques de apartamentos y hoteles en la misma línea de costa, pegados a las pequeñas casas que una vez debieron tener unas bonitas vistas.
Coches de muy alta gama con matrículas rusas, ucranianas y serbias inundaban las calles, hablo de coches mucho más caros de lo que podamos imaginar. No veíamos apenas turistas, sino mucha gente que intuías que eran «hombres de negocios».
Estuvimos bastantes días en Budva porque llovió toda la semana y empezamos a notar que la gente, a diferencia de otros países de la zona y de lo que nos encontramos en Kotor y la entrada al país, estaba siendo un poco borde. Quisimos creer que no era bordería, sino que eran un poco rudos al hablar, pero la verdad es que la experiencia nos iba diciendo lo contrario.
En Montenegro en teoría tienes que pagar un impuesto municipal por cada noche que te alojes. Esto pasa en muchos países pero en Montenegro el problema es que eras tú el que tenía que ir a pagar el euro por noche y persona a la oficina de turismo de la ciudad o donde te indicaran, no se encargaba el alojamiento, y lo tenias que hacer en las primeras 24 horas de llegar a la ciudad.
Conocíamos la experiencia de otro cicloviajero al que se lo habían pedido a la salida de Bosnia, así que como eran pocos días decidimos no arriesgarnos en Montenegro.
Fue una auténtica pesadilla durante todo el viaje, el sistema no funciona, necesitan datos de los alojamientos que no tienes, que los alojamientos no quieren darte, oficinas cerradas y si te pasas mas allá de las primeras 24 horas ya no lo puedes hacer.
La verdad es que nosotros siempre intentamos respetar las normas del país y no nos parece mal pagar un impuesto que en teoría sirve para revertir un poco tu huella como turista, pero hubo un momento que dijimos se acabó, que nos multen si quieren porque literalmente era imposible y las personas que nos encontrábamos nos trataban bastante mal, y eso que nosotros somos super tranquilos y normalmente nos callamos todo.
En verano por lo visto las colas en las oficinas turisticas son enormes. Era tan malo el sistema que supimos que era imposible que nos pidieran nada en la frontera, porque mucha gente no podría tenerlo así que simplemente pasamos del tema. Podéis ver los foros de tripadvisor llenos de dudas y quejas por este tema.
Estando en Budva un cajero se quedó nuestra tarjeta de Revolut. Cuando fuimos al banco fueron muy bordes también, por supuesto no nos ayudaron a recuperarla (sabemos que hay gente a la que le ha pasado y han abierto el cajero) pero independientemente de que no quieran o puedan abrirlo, que lo entendemos, es que nos hablaban de malas formas y básicamente nos mandaron a paseo.
Suerte que llevamos una Revolut cada uno y pudimos seguir usando la otra. Os aconsejamos mucho que leáis la entrada de Montenegro en la wikipedia, el apartado de economía, pocas veces nos han quedado tan claras las circunstancias que rodean a un país y por qué las cosas funcionan como funcionan. Además de flipar al leerlo, lo podíamos atestiguar claramente con lo que veíamos.
Bar
Salimos de Budva un día en el que las predicciones metereológicas daban solo algo de lluvia a primera hora, así que animados, y con ganas ya de salir de la ciudad, emprendimos la marcha. Fuimos por la costa, por la carretera principal pero apenas circulaban coches, así que íbamos muy tranquilos.
Había algo de subida pero muy llevadera y los paisajes eran bastante espectaculares. Solo nos preocupaban los nubarrones que se avecinaban y que nos anunciaban claramente que ese día llovería y no poco, solo nos faltaba saber donde nos pillaría.
Las primeras gotas empezaron a caer y nos refugiamos en un pequeño techo de un bar cerrado, al lado de unos bloques de apartamentos al lado de la carretera. Estando allí llegó una señora con dos pit bull sueltos que se acercaron rápidamente a nosotros, dudamos un poco de las intenciones de los perros así que no los acariciamos, pero la señora enfadada nos gritó que sus perros no mordían, bueno señora, y yo como lo sé, se fue indignada y nosotros ni habíamos abierto la boca… Dejó allí a los perros que le tiraban bocados a los coches que pasaban al lado…ejem.
La verdad es que los paisajes eran espectaculares y aunque algo dura la etapa estaba siendo una maravilla. En un momento dado empezó a llover aún más y aunque íbamos bien preparados con impermeables hacía también bastante frío, tuvimos que sacar los guantes.
Durante una subida empezó a granizar y no teníamos dónde refugiarnos así que se volvió épico el momento, por suerte era granizo pequeñito. Después de unas horas de sufrimiento por la lluvia descendimos un poco a la llegada a Bar que solo con el nombre de la ciudad ya nos animamos, y además, paró de llover. Creo recordar que incluso salió el sol y es que ya se sabe, después de la tormenta siempre llega la calma.
Bar nos pareció una ciudad muy chula. Tiene un paseo marítimo bastante largo por donde la gente pasea todas las tardes. Hay barecitos y puestos de helado y tiene bastante ambiente. Allí no había llegado aún la especulación urbanísitica como en el resto de la costa e imaginamos que Budva debía parecerse hace años a lo que era Bar ahora.
Estuvimos un par de días y después iniciamos la última etapa de Montenegro, donde por fin entraríamos en Albania
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