Recorrer Croacia en bicicleta fue una de las cosas más impresionantes que hemos hecho. Habían pasado meses desde la última vez que vimos el mar, fue en Saint Brevin, en Francia. Aquella mañana había mucha niebla y una serpiente salía del mar, le dimos la espalda sin saber que tardaríamos meses en volver a verlo. Durante el final del verano y el comienzo del otoño viajamos en bicicleta entre montañas y valles, y fuimos testigos de cómo, poco a poco, las temperaturas iban descendiendo. Un día, hablando, nos dimos cuenta de que los dos extrañábamos el mar.
La mañana que abandonamos Eslovenia sabíamos que esa noche dormiríamos ya en una ciudad marítima, en Croacia, pero antes teníamos que atravesar una última montaña, y es que la escarpada Eslovenia no podía despedirnos de otra manera.
Esa mañana iniciamos la ruta y pronto empezamos a ganar altura, pasábamos por bonitos pueblos con casas de piedra, con las montañas como telón de fondo y el ascenso empezando a pesar en nuestras piernas. Llegó el momento de la subida más importante y lo hizo por unos bosques impresionantes y unas carreteras totalmente desiertas. El otoño estaba en su máximo esplendor y la mezcla de colores rojos y amarillentos era ya espectacular. Y con ese paisaje, y casi sin darnos cuenta, en la cima, nos encontramos con la frontera croata, y tras un simple vistazo a nuestros DNI’s pasamos al país.
Entramos a Croacia en bicicleta
El descenso normalmente se disfruta, pero si lo haces divisando el mar de fondo, se disfruta el doble, y así fácilmente, llegamos a Rijeka.
Rijeka
En un viaje anterior ya habíamos estado en Rijeka, fue una parada corta de un día así que nos hacía ilusión volver a la ciudad y verla, esta vez con más calma. Queríamos descansar unos días y yo tenía que trabajar y entregar un par de webs, así que decidimos parar allí casi una semana. Rijeka no es la ciudad más bonita de la costa precisamente, es más bien un punto logístico, tiene un gran puerto, no es especialmente turística, pero a nosotros nos gustan las ciudades y disfrutamos del ambiente y de la gente en las calles.
Allí, además, planificamos cuáles serían los siguientes movimientos. No fue fácil, los Alpes Dináricos, la cadena montañosa que recorre todo el país, provoca que toda la costa sea escarpada, y como consecuencia, hay una única carretera de doble sentido, estrecha, y con mucho tráfico. Qué rabia tener que descartar rutas por la peligrosidad de las carreteras.
Fuera de temporada aún medio se puede , en verano, olvidaos. No nos gusta tener que ir pendientes del tráfico, ir sufriendo con adelantamientos peligrosos…así que la alternativa, era o ir por el interior o ir saltando de isla en isla, y nosotros elegimos lo segundo. Pudimos hacerlo porque era temporada baja, así que en las islas no había mucha gente. Los alojamientos estaban baratos y disponibles, así que en ese sentido no tuvimos problemas.
Kraljevica
Salimos de Rijeka en dirección a Kraljevica, donde dormiríamos esa noche. La ruta hasta allí fue bonita y más tranquila de lo que esperábamos. Subimos bastante pero las vistas fueron espectaculares. Ese día notamos cómo había subido la temperatura y agradecimos haber tomado la decisión de ir por la costa. Kraljevica es un pueblecito no muy grande con algunas vistas muy bonitas. Allí se encuentra atracado el yate del mariscal Tito, en teoría en reparación, pero que no saben muy bien qué hacer con él.
Isla de Krk
Al día siguiente nos pusimos rumbo a nuestra primera isla, la isla de Krk. Queríamos llegar a la localidad de Malinska y pasar allí unos días porque se avecinaba lluvia y preferíamos no pedalear. El acceso en teoría es cómodo por un puente que aunque tiene bastante tráfico cuenta con un espacio en el lateral para los peatones…pero lo que creíamos que iba a ser fácil acabó complicándose mucho. Estaba todo en obras así que no podíamos pasar por la zona peatonal, aunque lo intentamos. El puente estaba cortado también y solo se podía circular de forma alternativa entre los dos sentidos. El paso lo regulaba un semáforo que obviamente no nos daba tiempo para hacerlo en bici.
Al final después de mucho tiempo y muchas paradas conseguimos cruzarlo, ¡ya estábamos en Krk! Malinska es una ciudad vacacional muy bonita. Suponemos que en verano está llena de gente pero en octubre era maravillosa. El mar estaba increíble y los atardeceres eran bastante espectaculares. Nos encantó conocerla.
Después de unos días en Malinska partimos rumbo al ferry que nos llevaría a la isla de Rab. Iba a ser una ruta muy corta de unos 15 kms y el ferry salía a última hora del día, pero anunciaban lluvias para esa tarde así que decidimos llegar al puerto por la mañana, y pasar allí el día, básicamente sin hacer nada. Se hizo un poco pesado pero llegó nuestro ferry en medio de un aguacero impresionante y después de algo más de 1 hora y ya de noche llegamos a la isla de Rab.
Isla de Rab
Esa noche nos alojamos cerca del puerto porque no queríamos tener que pedalear ya tarde, y nos quedamos un día más en el pequeño pueblo de Supetarska Draga por las lluvias.
Al día siguiente, y ya con un sol radiante, llegamos a la ciudad de Rab. Tiene un centro histórico impresionante. Una muralla rodea el casco antiguo limitando directamente con el mar lo que hace que tenga un montón de rincones de postal. Está repleta de edificios históricos muy bien conservados y fue una perfecta antesala de lo que nos encontraríamos a lo largo de toda la costa croata.
Isla de Pag
De la isla de Rab pasamos a la isla de Pag en un pequeño barquito que solo prestaba servicio tres veces a la semana. El trayecto duró apenas 30 minutos pero nos dio tiempo a ver algunos cetáceos y hacer fotos de las espectaculares vistas que teníamos.
Llegamos a la isla de Pag que nos recibió con unas cuestas del 20% pero tras una subida no muy larga la isla se convirtió en el paraíso. Íbamos solos por una carretera bien asfaltada pero sin tráfico, muy llana, con el mar a ambos lados y todo lleno de olivos. ¡Qué paisajes más bonitos!¡ Qué tranquilidad de isla! ¡Cómo disfrutamos aquel dia! Llegamos a Novalja donde otra vez paramos un par de días, y es que nos encantan los pueblecitos de la costa.
El siguiente día de pedaleo llegamos hasta Stara Vas. Un pequeño pueblo de cuatro casas, literal, muy cerca del bonito pueblo de Pag que da nombre a la isla. La ruta se complicó un poco cuando uno de los caminos que seguíamos se había derrumbado y tuvimos que empujar la bici por una montaña, por suerte era solo un tramo de terreno y no tuvimos que dar mucha vuelta.
Pedalear por las islas era una maravilla. Apenas encontrábamos tráfico y las temperaturas estaban siendo muy agradables. Los paisajes solían discurrir al borde del mar y encontrábamos algún pueblecito pintoresco cada pocos kilómetros.
Zadar
Y llegó el día de volver a pisar tierra continental, llegamos a Zadar a través de un puente donde casi nos volamos por culpa del viento. Fue una ruta muy chula hasta llegar a la ciudad pero sólo porque el viento paró totalmente al salir de la isla. Zadar es una ciudad impresionante, conquistó a Hemingway por sus atardeceres y no nos extraña. Que casco histórico, qué patrimonio hay aquí, nos pareció muy impresionante y desde luego merece mucho la pena una visita.
Después de un par de días en Zadar retomamos la ruta, como queríamos evitar la carretera principal, optamos por tomar un ferry, a la isla de en frente, avanzar por ella, para volver el mismo día a cruzar el continente. No era lo más rápido, pero pedalear por las islas es una maravilla, y por una carretera concurrida, un infierno, al menos para nosotros. Así que después de un apacible día de ruta, llegamos finalmente a Biograd na Moru, un pueblecito con una flota de yates de alquiler impresionante, imaginamos que para el verano.
Sibenik
Al día siguiente partimos rumbo a Sibenik por una ruta muy diferente en cada tramo pero que nos permitió llegar de forma más o menos cómoda. Atravesamos algún paisaje singular, un gran puente, algo de campo, algo de costa… una ruta variada. Sibenik es otra ciudad impresionante. Qué maravilla, de centro histórico. Ha sido escenario de Juego de Tronos y no nos extraña. Su catedral es una pasada y las callejuelas empinadas una maravilla que recomendamos visitar. Tuvimos que parar unos días también porque llovía mucho. Aunque las temperaturas no eran muy bajas el tiempo lluvioso no acompañaba nada.
En un primer momento habíamos pensado parar a pasar el invierno en Albania, pero vimos que se nos iba a hacer largo a ese ritmo y no teníamos ningún motivo para no parar antes, así que allí tomamos la decisión de parar a pasar el invierno en Split, ciudad a la que llegaríamos en un par de días. Buscamos en páginas croatas de alquiler y con traductor y algo de suerte encontramos un apartamento perfecto para pasar trabajando y descansando los siguientes meses.
Trogir
Pero antes teníamos que llegar a Split. Salimos de Sibenik rumbo a Trogir, ya muy cerca de Split. La carretera a pesar de ser bastante principal nos permitió ir de forma más o menos cómoda y nos evitamos subir un puerto de montaña bastante importante. Íbamos todo el tiempo al lado del mar y los paisajes eran impresionantes. Trogir es otra ciudad de cuento. No nos podemos creer todo el patrimonio que tiene Croacia. Desde luego a nivel de mar e islas es impresionante, pero el patrimonio histórico que tienen en sus ciudades nos ha dejado con la boca abierta.
Split
Y por fin llegó el día de llegada a Split. Elegimos esta ciudad para pasar el invierno porque era una ciudad grande y tenía todo lo que nos gusta, mar, centro histórico bonito y ciudad más moderna. ¡Cómo nos alegramos de haber parado aquí! Aquí pasamos las navidades, los días de frío, los días de Bura (el viento), aquí recibimos la visita de amigos, de otros cicloturistas, conocimos al mejor casero que pudimos tener, que incluso nos enseñó la navidad en su ciudad. Aquí trabajamos y vivimos durante tres meses y medio, qué buenos recuerdos nos llevamos de Split!
Isla de Hvar
Pero las ganas de seguir viajando también eran muchas y una vez que llegó el mes de marzo, y tras una visita a España de 15 días, retomamos la ruta donde la dejamos. La idea era continuar por las islas así que dejamos Split en un Ferry que nos llevó a la isla de Hvar. Ese día no hicimos ruta porque llegamos ya casi al anochecer así que dormimos la primera noche cerca de Stari Grad. Al día siguiente y sin tiempo de entrenamiento nos pegamos un palizón subiendo un puerto de montaña enorme para llegar a la ciudad de Hvar. Otra vez una ciudad impresionante, qué bonito todo el paseo marítimo, la fortaleza de Napoleón, todos las vistas a las islas que tenía en frente. Un paisaje muy impresionante. Ahí decidimos no seguir pedaleando esa isla porque aunque muy bonita era muy montañosa y nos parecía que no teníamos mucho ritmo aún, así que cogimos otro ferry para llegar a Kórcula.
Kórcula
Aquí ya alucinamos totalmente, ¿Cómo puede tener este patrimonio tan impresionante Croacia y que sin embargo la conozcamos básicamente por sus playas? Juego de Tronos ha ayudado a ponerla un poco más en contexto todo pero aún así, se queda corto. Son ciudades con un patrimonio histórico impresionante, y muy bien conservadas, y eran ya muchas las que veíamos así.
Orebic
De Korcula tomamos un ferry a Orebic, un pueblecillo que nos sirvió simplemente para hacer escala y tomar fuerzas para lo que ya no podíamos evitar, subir un puertazo de montaña. Y así lo hicimos, bastante bien para la falta de entrenamiento, eso sí, parando cada poquito, pero haciéndolo a buen ritmo. El descenso fue una maravilla y aunque sabíamos que lo que descendieramos al día siguiente lo íbamos a volver a subir, no nos importó.
Zuljana, Ston y Slano
Esa noche dormimos en un camping en Zuljana a pie de mar, y veíamos ya cómo nos iban quedando cada vez menos días en Croacia.
Salimos de Zuljana temprano para iniciar el ascenso que nos resultó bastante sencillo, aunque era un poco largo, los kilómetros se iban sucediendo a buen ritmo. Pensábamos llegar a los alrededores de Ston, lugar donde hay una curiosa muralla similar a la muralla china y por tanto bastante turístico. Mientras estábamos allí llegaron autobuses de turistas que suponíamos que llegaban de los primeros cruceros de temporada ya, y nos dimos cuenta de que no debíamos tardar mucho más en abandonar la costa croata. No vimos un lugar claro para acampar por allí cerca, pues había muchas obras por todas partes y parecía que los caminos estaban un poco colapsados, así que decidimos continuar y casi se nos echó la noche encima. Íbamos fuertes y nos apetecía rodar así que sin planearlo demasiado llegamos a Slano, ciudad vacacional donde paramos a descansar esa noche, ¡al día siguiente llegabamos a Dubrovnik!
Dubrovnik
La ruta hasta Dubrovnik hubo que hacerla ya por la carretera principal de la costa que habíamos intentado evitar desde nuestra entrada a Croacia. Pudimos hacerla más o menos bien pero íbamos constantemente en tensión y no fue agradable la cantidad de camiones que nos adelantaban. Por fin llegamos a la increíble Dubrovnik. Nos quedamos solo esa noche porque ya habíamos conocido la ciudad en una visita que hicimos en coche desde Split, en invierno, así que no queríamos entretenernos demasiado. Tras coincidir esa tarde con algunos cicloturistas y despedirnos hasta el dia siguiente, nos fuimos a descansar.
Al día siguiente partimos temprano de Dubrovnik. Nuestra intención era acampar cerca de la frontera con Montenegro. La ruta fue muy tranquila, por una carretera sin tráfico que discurría entre campos y cultivos, fue una maravilla de día. Gastamos nuestras últimas monedas croatas en el supermercado de uno de los últimos pueblos antes de la frontera y acampamos esa noche entre risas y juegos con otros cicloturistas suizos y españoles, y el sonido de los chacales de fondo, y así pasamos nuestra última noche en Croacia, digna despedida de un país que nos ha enamorado
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