Xian
Elena

31 julio 2014

Tras pasar nuestros primeros días de viaje en Pekín partimos hacia Xian, la ciudad de descanso de los famosos guerreros de terracota. Aunque la razón principal de ir a Xian suele ser ver los guerreros, nos hacía ilusión también conocer un poco más la ciudad que tiene cosas dignas de ver, así que decidimos dejar las visitas express que suele hacer la gente y dedicarle un par de días a la ciudad.

Cogimos un tren de la alta velocidad china en Beijing que nos llevó en algo más de 5 horas hasta la estación de trenes de Xian. El viaje fue bastante bueno. Sobre la 1 de la tarde la gente empezó a  sacar la comida que llevaban en sus grandes bolsas y en un momento el vagón se inundó de un aroma delicioso, olía a noodles. Nosotros también llevábamos vasos de esos de noodles y sabíamos que en los trenes, en China, siempre hay agua hirviendo gratis, así que nos hicimos nuestros noodles y empezamos a comer nuestra comida, tal y como hacían ellos….lástima que uno de nuestros noodles era horriblemente picante y no pudimos comerlo, pero es que quién se entera de las etiquetas en chino! 🙂

Tras dejar las cosas en el hotel (nos pareció maravilloso después de lo de Beijing) y con buen ánimo nos fuimos a descubrir el bullicioso barrió musulmán de Xian. En seguida nos llamó algo la atención, captábamos muchas miradas en la calle. Ya nos había pasado en Beijing, pero no a este nivel. A veces nos sonrojaba incluso, lo cierto es que esperábamos ver más occidentales, pero no nos cruzábamos con prácticamente ninguno. Despertábamos mucho su curiosidad, es cierto que el 1,95 de Chema y la barba de 5 ó 6 días que él llevaba no ayudaban demasiado, aún así esperábamos que estuvieran mas acostumbrados a los occidentales.

Llegamos al barrio musulmán que rebosaba actividad por todos lados. Los contrastes son muy curiosos y se combinan en la calle lo que esperarias ver en las calles al norte de África por ejemplo, con cualquier calle de Asia. Sin duda merece la pena callejear y perderse en los colores y olores, a veces no muy agradables, que lo inundan todo.

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Muy cerca están las torres del tambor y la campana, construidas en torno al 1380. Muy bonitas y bien conservadas

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01 agosto 2014

La gran mayoría hemos oído hablar de los guerreros de Xian, ese gran ejército de Terracota, enterrado junto al primer emperador de China allá por el año 210 a. de C. y una de las razones por las que viajamos hasta Xian. Por la mañana y bajo un sol de justicia que se intuía ya a primera hora, decidimos montar en un autobus que era usado por turistas chinos en su mayoría, y que nos llevaría en un cómodo viaje de algo más de media hora hasta la entrada del emplazamiento original de los guerreros.

Los guerreros están distribuidos en tres naves, y las dimensiones son espectaculares, teniendo en cuenta que una buena parte aún no se ha excavado es difícil hacerse una idea fiel del duro trabajo que supuso construir el ejército.

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Todas las figuras son diferentes, y muchas están realmente bien conservadas. Merece mucho la pena ver los guerreros de Terracota.

02 agosto 2014

Nuestro tren para Shanghai salía a las 9 de la noche así que tuvimos todo el día para visitar la ciudad.

Gente de Xian…

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Rotonda peatonal elevada…

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Xian cuenta con la muralla mejor conservada de toda China. Recorrimos todo su perímetro en bicicleta, la mejor forma de hacerlo debido a sus dimensiones. El calor era sofocante y en bicicleta se lleva un poco mejor.

 

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Después de un día agotador recorriendo la ciudad, por la noche fuimos a coger nuestro tren.

Los billetes los habíamos sacado con unos días de antelación, cuando aún estábamos en Pekín. Los trenes se llenan de viajeros chinos y a veces es difícil encontrar hueco. Lo que queríamos era viajar en pequeños compartimentos de cuatro, en litera y así poder dormir un poco durante las 20 horas que duraba el viaje. Cuando fuimos a sacar los billetes a la estación de Pekín, apenas quedaban plazas en ninguno de los trenes diarios que salían hacia Shanghai. Tras casi 15 minutos de charla con la única persona que sabía algo de inglés conseguimos unos billetes en lo que creíamos eran camas en literas de tres alturas, en compartimentos abiertos a todo el vagón. No era la opción ideal, pero tampoco podíamos elegir…

La verdad es que íbamos preparados para un viaje pesado, 20 horas en un tren incómodo y abarrotado eran demasiadas. Llegamos a la estación de tren donde hacía un calor sofocante. Estaba llena de gente.Tardamos un buen rato en pasar los controles de seguridad para entrar en la estación, cargados con las mochilas como íbamos, en filas atestadas de gente  y el calor asfixiante…no fue un buen rato. Cuando pasamos a la estación tampoco fue mucho mejor, estaba llena de gente, muchos sentados en mitad del suelo,tenías que ir sorteándolos. La gente nos miraba mucho, como de costumbre, ¿es que no había más occidentales por allí? pues no…no exagero si digo que se hacía el silencio cuando nos veían pasar por alguna sala…daba bastante corte la verdad 🙂 en ese momento sólo queríamos subir al tren y descansar un poco de la forma que fuera.

Al subir al tren descubrimos que nuestros billetes eran de la clase más baja, así que de literas nada, asientos duros de tres en vagones atestados (incluso habíamos leído que la gente solía tumbarse en el suelo y apenas podías moverte) Al subir al tren el ambiente ya era asfixiante, con la cantidad de gente en el vagón y los bultos con los que viajaban era todo claustrofóbico, pensar que tendríamos que pasar las siguientes 20 horas allí dentro fue demasiado duro para asimilar…tuvimos que tomar una decisión rápida porque el tren sólo estaba haciendo una parada corta…así que decidimos que al menos teníamos que bajar de allí antes de que fuera tarde. Y en esta situación nos encontramos con otro ejemplo de lo increíblemente amable que nos resultó la mayoría de la gente en China. Uno de los revisores que nos vio bajar en seguida con gestos nos dijo que si queríamos una litera, no tenía por qué hacerlo, pero lo hizo y nos intentó ayudar…empezó a hablar con otros empleados pero lamentablemente no había ninguna litera libre, como ya nos imaginábamos, pero queremos recalcar la amabilidad de la gente, que sin ninguna necesidad se preocuparon de nosotros…Decidimos no viajar así…y el tren partió sin nosotros… No nos sentimos cómodos tampoco con la decisión…generalmente nos gusta viajar como los locales y aunque a veces no sea muy fácil lo hacemos…pero creo que ese día llegamos a nuestro límite …así que con nuestras mochilas  y totalmente empapados en sudor, comenzamos la vuelta.

Queríamos partir el día siguiente hacia Shanghai,  sabiamos que en tren sería muy complicado, con varios días de antelación ya teníamos problemas, así que con tan poco tiempo nos parecía imposible, además no llevabamos nada apuntado y no confiabamos en hacernos entender en la estación. Así que, sólo nos quedaba el avión. Pero antes teníamos que encontrar un sitio donde decansar un poco.Preguntamos en algún hostal cerca de la estación pero era el día de los enamorados y, sábado y todo parecía estar lleno .Decidimos volver al hostel donde habíamos estado los días anteriores y donde sabíamos que aunque no hubiera habitación disponible, había una conexión wifi decente y teníamos la contraseña, así que al menos podíamos buscar vuelos allí, o algún hotel con habitaciones libres. Por suerte quedaban habitaciones libres en el hostel, habitaciones compartidas de cuatro que nos parecieron un lujo, literal. Así que llegamos y miramos vuelos desde la habitación. Por suerte había vuelos a la mañana siguiente por poco más de 100 euros, no era lo que habíamos planeado gastar, pero tampoco iba a suponer un golpe muy duro a nuestro presupuesto. Que alegría sacar los vuelos y saber que después de todo, aún llegariamos antes que si hubiéramos tomado el tren.  Ya con los vuelos sacados nos duchamos, y decidimos relajarnos tomando algo en el bar del hostel, había sido una situación intensa pero al final había salido bien. Es bueno tener recursos cuando las cosas no salen como esperabas, y con eso, es con lo que nos quedamos.

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