Desde hacía tiempo rondaba en nuestra cabeza la idea de visitar Filipinas. Habíamos leído algunas crónicas en internet y nos atraía mucho. No nos gustan demasiado los destinos de playa, a excepción de los que invitan a realizar actividades como kayak o esnorquel o de los que ofrecen grandes paisajes o fauna variada, que entonces nos encantan, y Filipinas parecía que reunía muchas de esas cosas que nos gustan, así que era una buena opción.
Entonces, un día vimos este vídeo de una de las islas filipinas y después de verlo ya sabíamos que era ahí donde queríamos estar y Filipinas pasó de ser una opción a ser nuestro destino.
Agosto y septiembre no es buena época para viajar a Filipinas, es temporada de lluvias en muchas zonas y podían afectarnos tifones, así que la recomendación general es no ir con nada cerrado porque el tiempo puede hacer que tengas que cambiar de planes. Por este motivo, apenas preparamos nada los meses antes del viaje, fuimos sobre la marcha organizando y aunque llevábamos una idea general de qué queríamos visitar hasta un par de días antes de desplazarnos al siguiente destino, no mirábamos nada.
El día 15 de agosto partimos rumbo a la capital de Filipinas, Manila. El primer vuelo era de 7 horas hasta Abu Dhabi, capital de los Emiratos Árabes. Allí teníamos una escala de casi 8 horas. No necesitábamos visado para salir del aeropuerto y un autobús público lo unía con la ciudad durante 24 horas (línea A1) así que a pesar de llegar a las 7 de la tarde, hora local, sacamos algo de dinero para el autobus y cenar algo y nos dispusimos a visitar Abu Dhabi.
El calor en la calle era bastante insoportable así que agradecimos el paseo de 40 minutos en bus con aire acondicionado hasta el centro de la ciudad. La ciudad entera parece diseñada para moverse en coche, de centro comercial en centro comercial y no nos parece que haya sitios demasiado agradables por donde pasear. Dimos alguna vuelta pero como el calor era bastante intenso decidimos que ya habíamos visitado bastante, después de cenar fuimos a la parada del autobus que tardó hora y media en pasar, así que luego no tuvimos que esperar demasiado a que saliera nuestro vuelo una vez que llegamos al aeropuerto.
El vuelo Abu Dhabi Manila duró unas 9 horas, que pasamos en su mayor parte durmiendo. Aterrizamos en Manila sobre las 5 de la tarde hora local. Fuimos a un hotel al lado del aeropuerto porque queríamos salir a la mañana siguiente temprano rumbo a El Nido, nuestro primer destino en Filipinas. Ya vimos que la capital sería bastante asfixiante, calor y atascos alrededor del aeropuerto nos dieron la pista y ahí nos alegramos de no haber pasado nuestros primeros días en la ciudad. Tendríamos que volver los últimos días del viaje, pero eso quedaba muy lejos aún.
Ese día no dio para mucho más, se hizo de noche temprano y tras una ducha y cenar unos noodles que compramos en una tienda tipo 7 eleven, nos fuimos a dormir.
Lunes 17 de agosto
A la mañana siguiente nos despertamos muy temprano para coger nuestro vuelo a Puerto Princesa, en la isla de Palawan. Y entonces, como a veces somos un poco atolondraditos, salimos de la habitación y con las prisas nos dejamos el cargador de la cámara de fotos en la habitación, con su batería y todo cargando, que cuando nos dimos cuenta al día siguiente estaría ya bien cargadita jeje 😉 lo aceptamos con resignación, la verdad es que tampoco podíamos hacer otra cosa 🙂
Llegamos al aeropuerto de Puerto Princesa por la mañana temprano, un aeropuerto tipo cajita de zapatos, pequeñito aún, pero que están ampliando para poder recibir más vuelos internacionales y ampliar rutas. Nada más salir del aeropuerto nos ofrecieron mini vans para cubrir las algo más de cinco horas por carretera, a veces sin asfaltar hasta nuestro destino, el nido. El espacio era bastante reducido y en la última fila de asientos cuatro personas ibamos bien pegaditas…intuíamos la tortura que sería el viaje, pero por suerte nuestros compañeros de fila bajaron cuando apenas llevábamos una hora de camino, y ahí sí, empezamos a disfrutar del camino y del paisaje Filipino. Nos llamaba la atención la poca infraestructura que veíamos. Los pueblecitos por los que pasábamos eran apenas unas cuantas agrupaciones de chabolillas, o cabañitas, no se cómo llamarlas, levantadas sobre el barro, bastante rústico todo. Era bastante montañoso, todo lleno de vegetación, muchas palmeras…tal vez la isla más salvaje que hayamos visto nunca.
La llegada a el Nido fue bastante emocionante, tras una curva aparecieron los grandes riscos en el mar que habíamos visto tantas veces en vídeos y fotografías, y tras una cuantas bromas nos empezó a entrar la risa nerviosa esa de cuando no puedes estar más feliz, no podría describirla de otro modo.
Al llegar nos llamó la atención lo mismo que en el camino, pensamos que estaría más desarrollado al ser un destino algo más turístico, pero apenas había unas cuantas calles asfaltadas (bueno, con cemento) y casas bastante precarias, alguna estructura un poco más currada para turistas, pero en general es todo muy básico aún.
Tras localizar nuestro alojamiento y dejar las mochilas nos pusimos los bañadores para ir a la playa, refrescarnos porque estaba haciendo bastante calor y reconocer un poco el entorno.
La playa no es una maravilla porque están todos los barcos por allí, pero tampoco nos importó demasiado…
Estuvimos dando unas vueltas por las calles…compramos un par de refrescos y nos sentamos en un banco a observar tranquilamente el día a día de la gente del pueblo. Estábamos al lado de la escuela así que pasaban los niños y nos saludaban y de paso nos dejaban ver ese caracter filipino alegre y amable que nos acompañaría durante todo el viaje
Un par de niños de unos 7 años se pararon a preguntarnos nuestros nombres. Les daba vergüenza, se reían, se animaban el uno al otro para hablarnos… Uno de ellos se llamaba José, José de Cañaveras, nos lo dijo con orgullo, y justo en ese momento oh…es que justo en ese momento adoramos estar en Filipinas 🙂
Nos fuimos a duchar para salir a cenar algo más tarde. Nuestro alojamiento era un poco cutrecillo, con un baño muy pequeño de estilo asiático con la ducha prácticamente sobre el water, y desde donde caía solo un hilillo de agua fría que apenas era suficiente. Pero la habitación estaba limpia y tenía un porche con unos bancos de caña y una mesita, compartido con otras tres habitaciones dónde poder relajarte un poco.
Ese día cuando volvimos a la habitación nos encontramos con un matrimonio ruso tomando una cerveza en el porche, nuestros vecinos, que amablemente nos saludaron y que como más adelante contaré, ese saludo sería el inicio de una bonita amistad…más o menos 🙂
Martes 18 de agosto
Puntuales a las 9 de la mañana, y tras haber saludado a los rusos que estaban otra vez en el porche, cogimos un barco para una excursión del día a diversas localizaciones más o menos cercanas, que es básicamente lo que hay que hacer en el Nido.
Lo tienen bastante bien montado las agencias locales y en general en todas hay 4 tours que pueden hacerse, Tour A, Tour B, Tour C y Tour D, así nadie se come la cabeza 🙂
Los mejores según nos había dicho todo el mundo eran el Tour C y el A. Son excursiones de un dia donde incluyen la comida y donde se hace esnorquel, se visitan playas y demás. Hay gente que alquila barcas privadas pero bueno, nosotros fuimos a la opción barata.
Como sabíamos que íbamos a hacer bastante esnorquel en este viaje nos llevamos desde España nuestras gafas, el tubo y los escarpines para los pies, fue una buena decisión porque nada más subir al barco ya nos avisaron de no tocar nada, y de que había peces piedra y otras especies venenosas, que tuvieramos cuidado. Utilizamos el equipo prácticamente todos los días en Filipinas, así que merece la pena cargar con ello.
A las 9 de la mañana partió nuestra «bangka» rumbo a la primera localización del Tour C, «helicopter island»
Una isla con forma de helicóptero donde paramos para hacer algo de esnorquel. Los paisajes eran impresionantes y por desgracia hasta aquí aguantó la cámara con la batería de repuesto, ya no pudimos cargarla más.
Desembarcamos en la playa directamente e hicimos algo de esnorquel
La playa era muy bonita, vimos algunos peces pero el coral no era demasiado bueno
El paisaje entre las diferentes islas
Hidden beach..aunque no se aprecia en la fotografía se trata de una playa escondida tras grandes riscos que la ocultan..
Después de la comida visitamos «Secret beach» una pequeña playa a la que únicamente se accedía a través de un hueco en la roca. Era ya por la tarde cuando fuimos y se había levantado algo de oleaje…por lo que pasar a través del hueco se convirtió en algo un poco más complicado de la cuenta. Las olas te empujaban hacía las paredes de roca, así que había que pasar con cuidado. Una vez dentro una tranquila y solitaria playa nos esperaba
Estuvimos un buen rato ahí hasta que empecé a escuchar las olas golpeando contra las rocas, cada vez con más fuerza y empezó a entrarme mal rollo, por si se complicaba la salida…después de una ola que hizo bastante ruido uno de los chavales filipinos que nos acompañaba me debió ver la cara de susto, así que me hizo un gesto por si quería irme ya, a lo que yo asentí, un ole por la comunicación no verbal simple y eficaz 🙂 nadar hasta la bangka costó un poquito, pero llegamos bien. Tuvimos suerte, aquel día fue el último en el que pudo hacerse la excursión de todos los que estuvimos allí. Y es que sólo con un poquito más de oleaje, ya habría sido imposible visitar secret beach.
Nuestro primer día completo en el Nido había cubierto nuestras expectativas, con creces, disfrutamos del día, de las playas, del esnorquel y de la comida…disfrutar es la palabra que mejor lo define.
Al llegar a nuestra habitación allí estaban nuestros amigos los rusos, cómo no, que entablaron una conversación un poquito más larga con nosotros. Nos preguntaron que qué tal había sido el tour c, que si era sólo para esnorquel…que ellos preferían excursiones de playas, por la niña…y que no cubriera mucho…bueno lo típico..nos comentaron que tal vez iban a alquilar una barca privada al día siguiente…y bueno, nos agradecieron la información que les habíamos dado.
Después de cenar alguna cosilla y tomar algo en la playa, nos fuimos a dormir. El día había sido agotador y había que descansar para el día siguiente.
Miércoles 19 de agosto
Nos levantamos con un cielo cubierto que nos hizo temer que no pudiéramos hacer el tour A que teníamos previsto. Por suerte no hubo problemas y pese a que se cancelaron otros, para el tour A no hubo problema. Coincidimos con una pareja de españoles y un chico chileno con los que compartimos conversaciones, planes de viaje y demás. Las localizaciones de ese día fueron espectaculares…tal vez las mejores de todo Filipinas…
Tuvimos mucha suerte con el tiempo y el día fue muy bueno.
(…)
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