Islandia
Chema

Todo viajero tiene sus destinos soñados, aquellos que, por una razón u otra le atraen de una manera especial y en mi lista había una trilogía de islas (Islandia, Japón y Nueva Zelanda) que sabía que tenía que visitar en algún momento. Cuando aún Islandia era un país muy desconocido, antes de la crisis y el famoso volcán, ya me llamaba la atención. Un país que era la tierra de hielo y que era capaz de desviar una carretera por la presencia de duendes, y que además tiene glaciares, geyseres, volcanes, cataratas… sin duda merecía una visita y cuando se presentó la ocasión no lo dudé ni un momento.

El viaje no empezó muy bien, puesto que el vuelo de Iceland Express, que tenía que partir de Alicante a las 03:45 se retrasó hasta las 05:00 cuando por fin pudimos embarcar en un 757-200 bastante cascado de Astraeus, compañía inglesa que opera los vuelos de Iceland Express que no tiene aviones propios. Así que el vuelo de cuatro horas y cuarto me lo pasé casi entero durmiendo por las horas que eran, despierta ya casi aterrizando y sólo veo nubes muy densas allá por donde mire, tampoco me sorprendía porque ya había mirado las previsiones del tiempo y anunciaban lluvias para los primeros días dentro del siempre inestable tiempo islandés.

Aterrizamos en Keflavik con lluvia y unos 10 grados, que le vamos a hacer, estamos en Islandia, además al venir de casi 40 grados hasta se agradece, recojo el coche de alquiler, uno pequeño ya que los precios de los 4×4 en agosto son prohibitivos, con lo que tenía que dejar algunas cosas del centro de la isla fuera del programa pero que le vamos a hacer, si no el presupuesto del viaje se disparaba. Ya en el coche y con la firme decisión de no dejar de ver nada por la lluvia pongo destino a Pingvellir o Thingvellir (aunque realmente es Þingvellir), mi primer destino, lugar mítico para los islandeses donde se fundó el primer parlamento del mundo y lugar donde se juntan (más bien se separan) las placas tectónicas de Europa y América, por lo que literalmente estás en el límite entre los dos continentes.

Aunque el tiempo seguía empeorando, hay un proverbio islandés que dice que si el tiempo no te gusta espera 10 minutos que puede ser peor, y se estaba cumpliendo, la lluvia se iba intensificando y la visita a Pingvellir se hace incómoda, tanto que un momento dado empieza a granizar lo que hace que la visita sea más corta de lo previsto. Dificultando además la tarea fotográfica ya que no quería que la cámara se me fastidiara ya el primer día. Ya aviso las fotos de este primer día son un desastre.

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La siguiente parada, en el típico Golden Circle, es Geysir, sobradamente conocido, aquí vuelve a cambiar el tiempo y ya no llueve, el sitio atestado de turistas pero no deja de ser espectacular verlo en vivo y comprobar este fenómeno tan curioso de la naturaleza, realmente impresiona y casi parece mentira que pueda producirse naturalmente.

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Tras pasar un rato en Geysir, la siguiente parada es Gullfoss (catarata dorada),  «foss» significa catarata en islandés por eso en el viaje hay de todos-los-tipos-foss, es impresionante la cantidad y variedad de cascadas que hay en Islandia, además aparecen por todos lados, las hay altas, caudalosas, por partes como Gullfoss, laterales, que puedes pasar por detrás, ¡hasta cascadas hacía arriba!, sí, pero lo iré poniendo a lo largo de las etapas. Bueno, sobre Gullfoss muchos sabréis la historia de la campesina que amenazó con tirarse a ella (con tirarse ella a la cascada, digo) si el gobierno hacía una central eléctrica que estaba planeada, y consiguió parar el proyecto, hoy una pequeña estatua la recuerda en el sitio. La «foss» es preciosa con sus dos saltos y la cantidad de agua que lleva, sigue sin llover que no es poco y se cumple con las fotos de rigor.

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Una vez completado del Golden Circle pongo rumbo al sur por la carretera 30, empezamos con las carreteras sin asfaltar, un verdadero tormento para mi pequeño utilitario, pero parte de la aventura al fin y al cabo, además tampoco está en tan malas condiciones, luego vendrían carreteras peores, ¡pero mucho mucho peores!

Buscando ya algún sitio para dormir, básicamente algún camping de los incluidos en la Camping Card, que te incluye la estancia durante todo el verano en los 35 campings que están adheridos por toda la isla. La verdad es que no la recomiendo porque allí los campings son muy baratos e incluye los peores campings, la mayoría son los municipales que son poco más que una zona libre de acampada con unos baños, no amortizas los 95€ que cuesta a no ser que estés muchos días, yo desde luego no los he amortizado, de hecho he acabado durmiendo algunos días en otros campings que no estaban incluidos porque me venían mejor.

Volviendo al tema, empezó a llover y tras una fugaz visita a Stokkseyri donde descarto dormir al ser un trozo de césped en medio del campo totalmente encharcado y una casetilla para los baños que casi se caía, de hecho no había ninguna tienda y sólo una autocaravana, acabo en el camping de Hella, que también acepta la Camping Card y que está bastante bien, con zona cubierta para cocinar y más «ambientillo» al lado de un río por lo visto bastante famoso para pescar salmones, montamos la tienda como se puede por la lluvia y poco más, a pasar la noche entre tormentas y fuertes lluvias, por suerte la tienda aguanta bastante bien.

Las vistas del camping

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El segundo día continúa lloviendo, ya la cosa empieza a hacer menos gracia, como se pase así todos los días vamos apañados, que sí, que es el tiempo islandés pero como sea así siempre va a ser muy incómodo y más yendo de camping. Como ya estoy en el sur pongo rumbo hacia el este para iniciar la vuelta a la isla siguiendo la famosa carretera 1, la Ring Road. La primera parada es la cascada de Seljalansfoss, la que se puede pasar por detrás, pero sigue lloviendo y empiezan a aparecer los problemas, la cámara empañada, cambio de objetivo, empañado igualmente, pues a tomar por saco, dejo la cámara en el coche y me voy a recorrer la catarata por detrás, la única foto que hago para que veáis que la cámara no estaba en su mejor momento.

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Muy bonita y todo eso, pese al barro y el agua que te cae por todos los lados entre la cascada y la lluvia. De camino a la siguiente parada el paisaje es muy verde, las nubes bajas no dejan ver donde acaban las montañas y aparecen cataratas por todos lados, incluidas algunas hacia arriba de las que os hable, sí, por la acción del viento algunas parecen ir hacia arriba, curioso cuanto menos.

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Las nubes era tan compactas, y no muy altas, que los paisajes parecían tener una especie de «techo» que lo cubría todo, y tan blanco que dificultaba la labor fotográfica.

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Los caballos se lo pasaban en grande haciendo «manitas»

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La siguiente parada es Skogafoss, la lluvia más o menos me respeta abajo pero subo arriba por una escalera que hay y empieza a caer el diluvio universal lo que me hace desistir de sacar la cámara arriba. Bajo como puedo y empapado al coche y cambio de ropa, ya la lluvia empieza a fastidiar de verdad, aunque a partir de ahí el tiempo empezó a mejorar y pese a seguir nublado y con lluvias intermitentes ya la cosa se hizo más llevadera y no impidió seguir viendo cosas.

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La siguiente parada fue en las negras playas de Vik desde donde vi los troles convertidos en piedra cuando les pilló la luz del sol, según la leyenda local, si es que ya se sabe lo que pasa cuando se sale por la noche, que a veces te lías, te lías…

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Un viajero previo ya había puesto título en la playa

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El pueblo de Vik desde la playa

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El paisaje desolado acompañaba durante los próximos kilómetros camino del gran glaciar de Vatnajökull (si las cataratas son foss, los glaciares son jökull), donde la entrada principal al parque nacional se sitúa en Skaftafell, donde está el «centro neurálgico» de la zona, con la oficina de información, las agencias que ofrecen los servicios de excursiones por el glaciar, vuelos, etc. y un camping donde establezco el «campamento base» pese a que no está en la Camping Card, que además no tiene ningún camping por esa zona, de todas formas el camping es barato (1.700 ISK por dos personas, la corona islandesa ahora está más o menos al valor de la peseta), está muy bien y hay mucho ambiente de toda la gente que hace expediciones por el glaciar y alrededores, creo que es al camping que más me ha gustado de los que he estado.

El paisaje cambió del verde al desierto volcánico

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Verde a un lado, negro al otro

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El gran glaciar empieza a asomar en una de sus numerosas lenguas, Vatnajökull es el glaciar más grande de Europa y el segundo del mundo, aunque en algún sitio he leído que es la mayor masa de hielo de la tierra después de los polos.

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Y los moradores de la zona salen a recibirnos

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Ya puesto, y aunque no soy muy amigo de las excursiones contratadas, contrato para el día siguiente una excursión por el glaciar, más que nada porque si no no disponía de crámpones ni de los conocimientos necesarios para adentrarme en el glaciar por mis propios medios, y quieras que no es algo que me hacía ilusión, no se si alguna otra vez podré volver a entrar en un glaciar, aunque sea de forma parcial como esta vez. Ya establecido en el camping aún me da tiempo a hacer un trekking hasta la catarata de Svartifoss, preciosa por estar encajonada entre columnas de basalto que le dan apariencia de «órgano de catedral», aunque al final se lía la cosa y tiro montaña arriba hasta un punto llamado Sjónarnipa desde donde se puede ver una maravillosa vista de la lengua del glaciar. Al final el día se alargó pero como anochecía bastante tarde (alrededor de las 23.30) pues dio tiempo a volver de día al camping pero reventado y a dormir sin tomar siquiera una cerveza.

Svartifoss

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Vistas del glaciar desde Sjónarnipa

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Una vista del camping de Skaftafell

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A la mañana siguiente fue una gozada despertarse con solecillo y ver la lengua del glaciar enfrente, esto ya es otra cosa. Bueno, vamos a ver que tal está la excursión esa, a mi lo que realmente me interesaba era entrar un poco en glaciar para hacer mejores fotos, cosa que tampoco conseguí mucho porque la movilidad era reducida. La excursión, pues bueno, te meten un poco en la lengua del glaciar y es curioso, los que seáis montañeros más experimentados seguro que se pueden hacer cosas mejores pero para los profanos pues nos vale por entrar en un glaciar. Lo único es que al entrar por la lengua, al ser el final del glaciar el hielo está lleno de sedimentos que le dan un toque gris menos atractivo aún así pasamos por trozos más blancos e incluso azules aunque no tengo fotos.

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Esta es la lengua por la que entramos ya desde fuera:

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Una vez dejamos atrás Skaftafell camino de Jökulsárlón, el lago de los icebergs, pero antes paré en el lago Fjallsarlon parecido a Jökulsárlón pero con mucha menos gente, casi nadie, aunque hay menos icerbergs merece la pena parar y estar un rato. Es impresionante como el glaciar se va deshaciendo.

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Llego a Jökulsárlón y una espesa niebla, más bien una nube baja, no deja ver todo el lago, hombre, le da un aspecto fantasmagórico muy bueno pero yo quería ver todo el lago y sus dimensiones, por suerte al rato se va levantando la niebla y se aprecia el lago al completo. Realmente es maravilloso, ver tal cantidad de hielo flotando, dicen que es el único sitio del mundo donde puedes sentirte como en el Ártico o la Antártida, y es posible, bueno… el único «pero» es que no creo que el los polos haya tal cantidad de gente como me encontré yo en Jökulsárlón,

El aparcamiento estaba totalmente lleno, el de la orilla de enfrente también, autobuses llegando todo el rato, los barcos que navegan por el lago llenos… está claro que no me van a poner el lago en exclusiva para mi, pero me habría gustado verlo con menos gente y me habría quedado más rato, total, hice las fotos de rigor, estuve un rato y continué la ruta. Aun así que a nadie que vaya a Islandia se le ocurra no ir a Jökulsárlón, repito, maravilloso.

Y, como no, unas fotos, aunque me ha sido muy difícil seleccionar:

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Continuando la ruta pareció de pronto como si todo el mundo se hubiera quedado en Jökulsárlón, muy poco tráfico y zonas casi deshabitadas. Bonitos paisajes en la ruta, y parada técnica en Höfn para aprovisionamiento de víveres, la idea es estirar el día y llegar a Egilsstadir, la «capital» del Este. Empiezan los interminables fiordos que lógicamente hay que rodear, llegamos a un «atajo»  y que supone un ahorro de unos 80 kilómetros, también llamado paso de Oxi, ¿se podrá ir con coche normal? pues en el mapa pone que no está asfaltada pero no pone que sea F (las carreteras únicamente para todo terreno empiezan por F), pues venga, a por ella, empieza mal, muchos agujeros, mira que cuesta tan empinada, y allí otra que se mete en una nube, pues… casi que nos damos la vuelta y nos volvemos por la 1, total, es la «carretera principal del país» y no estará tan mal aunque ya sabía que también tiene trozos sin asfaltar por esa zona. Pues ale, vamos por el recorrido largo, fiordito por aquí, fiordazo por allá paisajes muy bonitos pero el camino se hace largo, me temo que vamos a llegar a Egilsstadir bastante tarde, empiezan los trozos sin asfaltar de la 1, que tortura, una de las frases más repetidas del viaje fue «¡y esta es la carretera principal del país!», pero bueno, tiene su encanto y se va tirando, pero de pronto la carretera empieza a subir una montaña y vemos que conduce directamente a una nube, total que no tenemos más remedio que adentrarnos en ella, empezamos a subir el puerto de montaña y la visibilidad se reduce a muy pocos metros. No hay nieve pero la visibilidad es casi nula, voy a 20 por hora y menos mal que están los palos de la nieve aunque no se ven dos consecutivos, hasta que no pasa uno no empieza a aparecer el siguiente, tras unos kilómetros de tortura llegamos a la cima, el descenso es más rápido y como si nada salimos de la nube y como si nada hubiese pasado. Pues nada, ese era el camino bueno, a saber como sería el «malo» que abandonamos nada más empezar. Aún quedaban un buen número de kilómetros hasta Egilsstadir, ya por carretera mejor y por paisajes preciosos, pero no llegamos al camping hasta las 22.00, total que ya no había nadie en recepción, bueno, da igual, acampamos y ya está, total, este camping entra en la Camping Card así que no estamos haciendo nada ilegal. A dormir que el día había sido intenso y largo.

Las fotos de esta zona:

El gran glaciar aún aparecía de vez en cuando, lo que se ve por debajo es la carretera 1, la «Ring Road».

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En la siguiente foto se puede ver la 1 entra la escarpada costa, en esta zona hay muy pocas poblaciones y es una de las más deshabitadas de la costa.

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Por esta zona, al haber tan poco tráfico las ovejas eran las reinas de la carretera, y había que tener cuidado para no llevarte una por delante, además se tomaban con calma lo de apartarse.

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Esta es una oveja totalmente loca, dimos la vuelta y todo para hacerle una foto, ya que estaba encima de un peñasco, mirando a los coches con esa cara de loca empastillada…

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A la mañana siguiente seguía sin haber nadie en recepción cuando nos levantamos, pues nada, a recoger las cosas y hasta otra. Enfilamos hacia el norte del país, paramos primero a desayunar en un merendero con estas vistas,

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Camino de la zona de Akureyri el principio era bastante verde y la carretera estaba rodeada por paisajes como este:

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Duraría poco, hay unos 150 kilómetros prácticamente despoblados y donde la Ring Road se aleja de la costa, es impresionante como va cambiando el paisaje islandés cada poco tiempo, en este caso los desiertos de arena volcánica era realmente espectaculares, colaboramos con la tradición local de hacer montañitas de piedras.

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Tras atravesar el desierto nos desviamos de la 1 para ir al Parque Nacional de Jökulsárgljúfur (toma ya!) que es recorrido por un precioso cañón formado por la fuerza del río que procede del gran glaciar. Dentro está la catarata Dettifoss, la más caudalosa de Europa, pero antes hay que pasar una tortura de 30 kilómetros de carretera sin asfaltar y llena de montañitas que te dejan el culo hecho polvo, supongo que en un 4×4 se irá mejor, pero creo que es la peor «carretera» por la que fui en Islandia. Aunque merece la pena porque la catarata es realmente espectacular, no será la más bonita pero la cantidad de agua que cae es realmente impresionante, además puedes situarte hasta tocarla. Que esto merece comentario aparte, en otros sitios creo que pondrían una cuerda o una valla, por lo menos un aviso, en Islandia, todo lo haces bajo tu responsabilidad, y muchas veces teníamos la sensación de «no nos deberían dejar estar haciendo esto» 😀 Pero si vas a Dettifoss no dejes de hacer un pequeño trekking remontando el río hasta la siguiente cascada, no es demasiado (un par de kilómetros) y merece la pena, es Selfoss, en este caso una catarata en diagonal a lo largo del río, ¡espectacular!, como dije antes, en Islandia las hay de todos los tipos que te puedas imaginar.

El cañón:

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Detifoss

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La catarata de Selfoss, jodidilla para fotografiar.

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La siguiente parada fue en la zona de Krafla, en la región de Mývatn, la más visitada del norte de la isla.

Es una zona volcánica que continúa en activo y donde puedes sentir la fuerza de la naturaleza, de hecho saben que en cualquier momento puede volver a entrar en erupción la última erupción con ríos de lava fue en 1984.

Lo primero que te encuentras al adentrarte en la zona, saliendo de la 1, es la central geotérmica que aprovecha la energía que genera la tierra.

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También se puede ver el cráter del volcán Viti (infierno en islandés), éste ya inactivo y ahora aloja un lago en su interior de un color muy intenso.

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Ya en la zona propia del volcán que continúa en activo, y que es la más impresionante para mi, te avisan antes de entrar que eso puede petar en cualquier momento y que te adentras bajo tu responsabilidad, ah, pues que ánimos. Lo primero que te encuentra son lagunas de azufre y agua sulfurosa con el característico olor a huevos podridos que inunda la zona.

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Después hay una serie de caminos que pasan por encima del volcán activo, lo cual es bastante impresionante, vas andando y ves como sale humo de la tierra a tu alrededor y si tocas el suelo notas que está muy muy caliente, otra vez íbamos con la sensación de «no nos deberían dejar estar aquí» jeje

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Es muy curioso ver los campos de lava de diferentes erupciones, a veces daba la impresión de estar paseando por la luna.

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Tras la zona volcánica de Krafla la siguiente parada obligada siguiendo por la Ring Road es el lago Mývatn, aunque la verdad es que estuve poco tiempo, mucho turista, buscando un sitio como locos para poder comer y atestada de mosquitos (de hecho Mývatn significa «lago de los mosquitos»), pero aún realicé un paseo por los pseudocráteres.

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Los caballos de raza islandesa corretean por allí alegremente, supongo que en invierno lo pasarán peor. Es una raza con características especiales por el aislamiento y de hecho no se permite llevar caballos de fuera.

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La siguiente parada era la famosa catarata de Godafoss, o cascada de los dioses, donde los islandeses arrojaron los dioses nórdicos cuando se pasaron al cristianismo.

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Los autobuses que se ven por la zona, si quieres acceder a ciertas regiones son imprescindibles.

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Y los caballos seguían trotando por la zona a sus anchas.

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Enseguida se sale al gran fiordo en el que se encuentra la segunda ciudad del país (sin contar alguna del área metropolitana de Reikiavik), Akureyri, y como todo el mundo había que hacer la típica foto de rigor desde la parte de enfrente del fiordo.

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El tiempo se estaba volviendo bastante inestable y amenazaba lluvia. ¡Y aquí tengo la foto que resume el tiempo típico islandés! Lluvias, claros, nubes raras, nieve, verde… una locura…

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Continué el viaje atravesando Akureyri, dejándola atrás porque iba a recorrer el fiordo y ya la visitaría a la vuelta. Mi intención era dormir en Olafsfjördur, en la entrada del fiordo porque su camping está incluido en la Camping Card, hasta llegar allí el paisaje es muy bonito porque recorres todo el fiordo y la carretera en algunos tramos se eleva por acantilados y es bastante impresionante. Ya cerca del pueblo hay tanto acantilado que es imposible seguir la carretera, entonces hay un túnel que atraviesa la montaña, pero… este túnel es sólo para un coche ¿cómo funciona el tema? ni idea, pero allá vamos. Nos metemos y vemos que a lo lejos se acercan coches de frente cada trozo hay un lateral para meterse y dejar pasar pero no sabemos quien tiene la prioridad, bueno seguimos avanzando despacio alguno se aparta pero en un momento dado sucede lo inevitable y nos quedamos frente a frente dos coches sin poder pasar, toca retroceder un poco para salvar la situación, no se como lo hemos hecho pero bien seguro que no…

Llegamos a Olafsfjördur, pequeño pueblo de pescadores, muy bonito y se nota que está más aislado, pero no deja de llover con fuerza, además el supuesto camping es un trozo de césped encharcado con una caseta maloliente que hace de baño. Ante esta perspectiva decidimos dar marcha atrás y volver a dormir a Dalvik, que es donde queríamos estar a la mañana siguiente ya que su camping era mejor aunque tuviéramos que pagarlo. Volvemos a encarar el túnel, a ver como se nos da ahora… desde el pueblo las cosas parecen más fáciles, todos se van apartando antes de que lleguemos porque la prioridad es para los que salen del pueblo hacia el fiordo, así que lo pasamos sin problema aunque con la sensación de haber sido unos paletos a la ida 😀 aún así a la ida nadie nos pitó y aceptaron nuestro desconocimiento con tranquilidad y paciencia.

Llegamos a Dalvik, a mitad del fiordo, y puerto más importante de la zona, allí entramos al camping y nuevamente no hay nadie, se ve que ya ha pasado la hora del encargado, preguntamos a un inglés que andaba por allí despistado por donde pagar y nos dice que él tampoco sabe, total, plantamos la tienda y ya vendrán a cobrarnos si quieren. Deja de llover, se despeja, damos un paseo por el agradable pueblo y nos zampamos una pizza, la cosa pinta mucho mejor. Como es la noche que vamos a pasar más al norte aprovecho para hacer alguna foto con esa luz tan especial, ya estamos a mitad de agosto y ya no se nota tanto en «sol de medianoche» pero algo es algo. En Akureyri a principios de julio amanece a las 2:00 y anochece a las 00.30 del día siguiente, sólo hora y media de noche, cuando yo fui teníamos unas 6 horas de noche. De todas formas estas fotos están tomadas casi a medianoche.

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Al día siguiente: ¡al circulo polar ártico!

Al día siguiente fui a visitar la Isla de Grimsey, donde se encuentra la localidad más septentrional de Islandia, la isla es atravesada por el Círculo Polar Ártico y como es algo que no se hace todos los días ni se si voy a poder volver hacer pues allí que fui. Durante el verano hay un ferry 3 veces por semana.

El día empezó en el camping en el que seguía sin haber noticias de como pagar así que recogí las cosas y me piré, no es por no pagar pero cuando no sabes ni cuando ni como… Fui a coger el barco y por lo visto hay que reservar con antelación, así que tocaba esperar a que no aparecieran todos los que habían reservado, por suerte así fue y pude viajar por los pelos. La isla está 40 km. al norte de Islandia y el trayecto dura 3 horas, durante las cuales es un espectáculo ver las aves que siguen al barco, pero lo mejor es cuando se empezaron a divisar grupos de cetáceos a lo lejos, una pasada.

La isla alberga una pequeña población pesquera de menos de 100 habitantes, con un puerto y un pequeño aeropuerto, hay una señal que indica los kilómetros a los que estás de algunas capitales mundiales. El resto de la isla es todo campo y acantilados que albergan a miles y miles de aves, especialmente gaviotas y frailecillos, que constituyen un auténtico espectáculo.

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El aeropuerto con el pueblo detrás

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La otra parte de la isla son todo acantilados

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Y aquí es donde vemos la fauna más espectacular, especialmente los graciosos frailecillos.

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Tras unas horas en la isla y otras tres horas de navegación volvimos a Dalvik y de allí una pequeña visita a Akureyri, núcleo urbano más importante del norte pero que no deja de ser una pequeña y coqueta población, de menos de 20.000 habitantes, donde todo parece idílico, amoroso, de Ikea y un tanto aburrido, hasta los semáforos tienen corazones. Lo más destacable es la iglesia luterana, con cierto aire a la iglesia más conocida de Reikiavik, aunque bastante más modesta.

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Tras abandonar la «ciudad» atravesamos por el norte de la isla, alejados de la costa, en una zona muy deshabitada, donde había más caballos que personas. Y que pelazo tienen los caballos islandeses.

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Volvimos a la costa en la zona de Sauðárkrókur (toma ya!), por la carretera 75, donde se puede ver el maravilloso espectáculo de cientos de focas en libertad, una maravilla que merece la pena contemplar durante un rato y en silencio para no molestarlas. Una de las cosas que más gusta en los viajes es ver la fauna autóctona, pero siempre en libertad y en su hábitat, e intentando molestar lo menos posible, y nunca pagando por espectáculos de animales en cautividad.

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Hicimos noche en el pueblo aprovechando para hacer algunas fotos con esa luz tan especial de la noche estival.

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Una vez retomaba la «Ring Road», carretera 1, en dirección a la península de Snæfellsnes, por el noreste de la isla, el paisaje se vuelve otra vez volcánico y la carretera a estrecharse y a tener un tráfico casi inexistente.

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La Península de Snæfellsnes es conocida como Islandia en miniatura, dado que en su pequeña extensión se pueden encontrar todos los rasgos distintivos del país, incluyendo un volcán y un glaciar. En dicho volcán en donde Julio Verne situó la entrada al centro de a tierra, en su famosa novela. El volcán está inactivo y el glaciar en claro retroceso por el cambio climático, de hecho cuando fui en verano tenía muy poca extensión y no se podía acceder. Los islandeses están preocupados por el cambio climático porque están haciendo retroceder los glaciares y se nota. La población más importante de la península es Olafsvik, donde paramos a aprovisionarnos, se encuentra a los pies de una montaña con un perfil muy marcado.

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La costa sur de la península y el camino hacia Borgarnes es una sucesión de costa volcánica salpicada con pequeñas playas de arena que buscan su sitio, también podemos ver alguno de los habituales farros naranjas de Islandia, que evidentemente son naranjas porque en invierno, rodeados de nieve, si son blancos es difícil verlos…

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Para pasar luego a acantilados y curiosas formaciones.

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Antes de llegar a Akranes nos alejamos de la costa para realizar un trekking para ver unas impresionantes cataratas, otras más, y ver unas elevadas vistas de la costa.

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Nuestra última parada para dormir antes de llegar a la capital fue en la pequeña ciudad portuaria de Akranes. La ciudad está separada de Reikiavik por un grandísimo fiordo, pero de noche se pueden ver las luces de la capital.

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A la mañana siguiente tocaba enfilar camino hacia Reikiavik y hay dos opciones, bordear el larguísimo Fiordo de las Ballenas o tomar un túnel bajo el mismo de 5,50 kilómetros, que ahorra 45 kilómetros de camino hacia la capital. Decidimos pagar el peaje del túnel y mientras lo atravesábamos un flashazo nos hacía presagiar que nos caería una multa (todo por facilitar el adelantamiento a otro coche) pero a día de hoy, años después, no tenemos noticias sobre ella. Con éste único incidente llegamos a la capital de Islandia: Reikiavik.

Reikiavik es la capital de un estado, pero el ser la capital más septentrional del mundo y sólo tener 120.000 habitantes hace que sea como un gran pueblo, aún así concentra un tercio de la población de la isla, dos si contamos el área metropolitana. Es una ciudad agradable de casas bajas y tráfico pausado.

Calles habituales de Reikiavik:

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El punto más icónico de la ciudad es la iglesia Hallgrímskirkja, es el edificio más alto del país (74,5 metros) y aunque lo parezca no es la catedral de la ciudad. Como cuando fui estaba en obras y tapada con adamios (2009), pongo una foto de internet:

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La iglesia es de rito luterano y, por lo tanto, austera en su interior y con un gran órgano. Merece la pena subir a la torre, porque como edificio más alto de la ciudad, las vistas son muy buenas, aunque en mi caso los andamios molestaran.

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El centro de la ciudad se articula al lado del lago Tjörnin, un gran lago con patos y gaviotas que sirve de esparcimiento para pasear, correr o pasear en bici a su alrededor.

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Muy cerca está el Parlamento, en 2009 aún tenían lugar algunas protestas de la exitosa y pacífica revolución islandesa, en la que tras la bancarrota del país los ciudadanos decidieron encarcelar a los políticos y banqueros culpables, y no les ha ido mal desde entonces.

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Otra zona agradable para pasear es por la ribera de la bahía, donde se encuentran algunos edificios un poco más altos, un famoso puesto de perritos calientes y una escultura con una alegoría a los barcos vikingos.

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Otro sitio interesante a visitar es Perlan (la perla), situado sobre una colina cercana a la ciudad, es un antiguo tanque de almacenamiento de agua geotérmica que acoge exposiciones, un restaurante giratorio y tiene un geyser artificial que suelta su chorro cada rato, como si del original se tratase. Hay unas buenas vistas de la ciudad.

Panorámica de la ciudad desde Perlan:

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Una vez pasada la última noche en la ciudad, y como el vuelo de vuelta no salía hasta principios de la noche siguiente, casi de casualidad encontramos y visitamos la zona de la península de Reykjanes. Otra zona de senderos entre alta actividad volcánica y geotérmica, es muy curioso encontrarse en medio del campo grandes humaredas y charcos en ebullición, con el característico olor a huevo podrido, sin ningún tipo de protección ni señalización, como si fuera algo normal, fue la penúltima ocasión que tuvimos para comprobar la fuerza de la naturaleza en esta tierra que es tan joven y tan viva, y que lo demuestra en multitud de ocasiones.

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Y ya como última parada del viaje, para agotar las últimas horas antes del vuelo, porque además está muy cerca del aeropuerto, fuimos a la famosa Blue Lagoon, uno de los lugares más famosos de Islandia. Se trata de una laguna geotermal producida por una central anexa, es uno de los lugares más famosos y concurridos de Islandia, por lo que no notarás ese aislamiento que puedes sentir en muchas partes de la isla, además es algo caro, pero si vas a Islandia no puedes dejar de ir. Sumergirte y relajarte es una gozada y una experiencia que no se olvida fácilmente.

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Tras aguantar hasta el cierre y disfrutar de la laguna como gran colofón del viaje, tocó ir al aeropuerto y esperar unas horas hasta tomar el avión rumbo a Alicante.

De todos los viajes se sacan buenas experiencias y todos dejan huella en nuestro espíritu viajero, pero sin duda hay algunos que se vuelven más especiales y que quedan grabados de una manera especial. Islandia, sin duda, fue uno de ellos, nos mostró algunas maravillas de la naturaleza y reforzo nuestro convencimiento de conservarlas. ¡Volveremos!.

1 Comentario

  1. Me parece una pasada el artículo y el blog (bueno ya te lo dije!) y las fotos, si no fuera porque me dijiste que las hiciste tú, no me lo creería. Parecen de profesional y están fenomenal.

    saludos Elena! 🙂

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