Laos en bicicleta
Laos en bicicleta, intenso. 2023
Elena

Después de Tailandia volvimos a Hanoi a recoger nuestras cosas. La idea era hacer el viaje a Laos en bicicleta desde Hanoi y elegir esta vez una frontera por dónde pudiéramos pasar.

En el último momento tuvimos que cambiar los planes por la carga de trabajo que tuvo Chema. Durante los quince días de visado de Vietnam nos dedicamos a trabajar y recorrer Hanoi en bici. Nos la recorrimos de arriba a abajo y nos ganamos el master de padaleo en bicicleta por las grandes urbes del sudeste asiático, y os aseguramos que circular en bicicleta por Hanoi, no es nada fácil.

No podíamos solicitar otro visado en Vietnam porque la solicitud de visa de Laos nos iba a caducar, así que solo nos quedó la opción de coger un autobús que nos llevara de Hanoi a Luang Prabang, Laos, para poder salir a tiempo de Vietnam.

El autobús era un bus cama que iba a durar la friolera de 27 horas para unos 800 kms. Para nosotros la cantidad de horas no fue un problema y en general íbamos bastante cómodos, pero el principal problema es que era muy poco seguro.

El autobús, como es habitual por el sudeste asiático, no tenía ninguna medida de seguridad, y era muy muy viejo, pero es que la carretera fue un infierno peligroso como hemos visto pocas.

El camino de noche hasta llegar a la frontera era malo, con muchas curvas y carreteras de montaña. Después de la frontera era aún peor, baches, caminos de tierra, curvas cerradas, y todo esto conduciendo a bastante velocidad. Estaba lleno de camiones que se encontraban en curvas, a veces había que dar marcha atrás porque no cabíamos.

No había en internet mucha información al respecto de este autobús, pero recuerdo que en un comentario alguien lo llamó el autobús de la muerte y no le faltaba razón. Los precipicios constantes, la lluvia que apareció en un momento dado, la carretera sin asfaltar… se sumaban al hecho de que el conductor no descansó y creemos que en las 27 horas apenas durmió un par. Pensamos que mejoraría la carretera en Laos en cuanto nos uniéramos a la carretera general que venía de la capital, pero era igual que por la que veníamos o casi peor, lo que nos preocupó un poco de cara a nuestra ruta por Laos en bicicleta.

Dejando a parte el tema de la seguridad la verdad es que no se nos hizo pesado. En el autobús además de viajeros laosianos íbamos cinco españoles, un chico italiano y un chico marroquí. Pronto hicimos piña y personalmente me pasé varias horas hablando con una mujer española que viajaba sola y era una gran viajera desde hace muchos años. Me contó cómo había cambiado Vietnam en 20 años y los viajes que había hecho por África y la verdad es que nos lo pasamos muy bien, se agradecía hablar un poco de español.

Llegamos a Luang Prabang de noche y en el recorrido en bici de la estación al centro ya notamos mucha diferencia con los conductores vietnamitas. Aquí esperaban pacientemente para adelantar y el ruido del claxon no existía. Una maravilla que anticipaba un recorrido por Laos en bicicleta espectacular.

Saltaron las alarmas de nuevo cuando unos días antes Chema había empezado a notar una ligera recaída de su lesión, que nos había mantenido varias semanas parados en Tailandia hacía unos meses. El viaje de tantas horas en autobús no ayudó y los primeros dos días empeoró hasta un punto preocupante. Así que decidimos no movernos de Luang Prabang hasta que estuviera recuperado.

Luang Prabang

Luang Prabang nos encantó. Tenía unas casas coloniales, herencia de la Indochina francesa, muy bien cuidadas en el centro histórico junto a un buen puñado de templos a cada cual más bonito. Las calles eran tranquilas, el río Mekong enmarcaba la ciudad y los paseos al atardecer por allí eran una pasada.

Por las noches el night market daba ambiente a todo el centro y era fácil encontrar cena en el patio de comidas que había justo al lado del mercado.

Pero después de tres días empezó a llover, y en más de diez días ya no paró. Fue lluvia constante, día y noche, sin una sola hora de tregua. El río Mekong creció como no lo habíamos visto.

Chema y yo nos encontramos bastante cómodos sin hacer nada 🙂 , estamos muy a favor del descanso y el relax, así que para nosotros no era problema. No teníamos prisa y nos fascina bastante la lluvia. Pero fastidió los planes de muchos viajeros con los que nos encontramos y la mayoría se planteaba salir del país hacia otras zonas.

En uno de los días en que la lluvia nos dio algo de tregua fuimos a visitar las cataratas Kuang Si, cerca de la ciudad y de las más impresionantes de Laos. Una serie de cataratas y piscinas naturales en las que incluso es posible bañarse. Por la intensidad de las últimas lluvias estaban bastante desbordadas y era imposible bañarse, aunque la fuerza del agua impresionaba bastante en comparación con las tranquilas imágenes que se pueden ver por internet y que tienen un color azul verdoso en la temporada seca.

Dentro del recinto, en el camino hacia la catarata más grande, hay una zona acotada donde se puede ver una reserva de osos negros asiáticos, que tienes que ver sí o sí de camino. No somos nada partidarios de ver animales en cautividad, pero se supone que es un centro de protección de osos rescatados. Es una especie en peligro de extinción, ya que su carne es codiciada en la gastronomía local y su hígado dicen que cura enfermedades.

Después de casi 15 días en Luang Prabang decidimos ir bajando hacia el Sur. Nos quedaban un par de jornadas de montaña en bicicleta, después sería todo llano. Las noticias del estado de la carretera y el miedo a una recaída de Chema nos hicieron decidir tomar una furgoneta hasta Vang Vieng, donde ya no nos encontraríamos con montaña y pensamos que sería mejor para Chema. No nos apetecía mucho ir a Vang Vieng, porque es una localidad turística famosa por sus fiestas de borrachera, pero era la opción más sencilla para trasladarnos. Afortunadamente en temporada baja no hay mucha gente.

Es muy difícil describir el estado de la carretera entre Luang Prabang y Vang Vieng. Es la carretera principal del país pero yo nunca había visto nada igual. Unos 180 kms que hicimos en unas 8 horas. La mayor parte era de tierra, con grandes socavones, charcos, estrecha. Las lluvias habían empeorado todo.

Acababan de abrir una zona donde había habido un deslizamiento y la carretera había desaparecido, por suerte acababan de abrir el tramo. Había zonas donde los vehículos se quedaban atrapados en el lodo y en una tuvimos que esperar más de una hora hasta que pudieron moverse las furgonetas atrapadas y pudimos pasar con relativa seguridad. Había tramos con la carretera totalmente rota donde bajaban masas de agua arrastrando cualquier atisbo de asfalto.

Tengo que ser honesta y la verdad es que yo no estaba preparada para ver aquello. Ya sabía que Laos era un país con poco desarrollo en sus infraestructuras, el más pobre de la zona y demás pero lo que vi me sobrepasó, no lo había visto nunca y no siempre uno está preparado para lo que ve.

Vang Vieng

El entorno que rodea Vang Vieng es espectacular. Las montañas escarpadas que conforman el paisaje desde esta localidad son una pasada. Los atardeceres aquí son una maravilla. La pena es el turismo de borrachera que además respeta muy poco a los locales.

Aquí se ofrecen un montón de actividades de aventura y lo que se llamaba bath tubing que consistía básicamente en tirarse borracho en flotador río abajo. Alcohol y deporte de aventura es mala mezcla así que prohibieron algunas actividades después de que el número de fallecidos aumentara cada año.

Es mala época ir en temporada de lluvias si quieres hacer actividades porque el río Mekong va tan crecido que muchas no las puedes hacer. Hay varias lagunas de colores turquesa que en esta época se vuelven marrones y además es imposible nadar en ellas.

Por esta razón no había mucho turismo pero aún así de vez en cuando podías oír grupos de gente borracha a altas horas de la madrugada cantando y sin respetar demasiado la tranquilidad del lugar.

Laos es un poco más caro que los países que ya habíamos visitado, también nos sorprendió, incluso en las zonas menos turísticas los precios eran algo más elevados que en las zonas menos turísticas de Tailandia o Vietnam. Lo mismo pasaba con los alojamientos que en general, con honrosas excepciones, la relación calidad precio era bastante peor.

Nos llamó la atención también el trato de la gente. En general más arisco que en los países vecinos. Nos costaba un poco más ser recibidos en sitios locales de comida, a veces nos ignoraban bastante. Era muy raro que te devolvieran una sonrisa. Siempre intentamos aprender algunas palabras locales al menos saludar, dar las gracias… pero nos resultó complicado interactuar. Básicamente no eran muy cercanos como en otros países del entorno, no pasaba nada, pero notábamos la diferencia.

Dejé de querer hacer bici en Laos y se lo comuniqué a Chema. No me apetecía nada y aunque cargar la bici en un transporte es un dolor de cabeza también, en este punto del viaje no podía hacerlo de otra forma. Me angustiaba la carretera y el tráfico. Lo sentía porque sé que a Chema sí le hubiera gustado, pero en un viaje así, con el cansancio de meses acumulado, es mejor conocerse y no forzar lo que no te va a gustar. Así que cogimos transporte a Vientián la capital del país.

Vientián

Vientián es tal vez la capital más tranquila del sudeste asiático, casi parece un pueblo grande. Nos la recorrimos en bici varias veces porque el lugar donde ampliar el visado estaba fuera de la ciudad y tuvimos que ir un par de días a hacer los trámites.

Por las noches se montaba un gran mercadillo a la orilla del río Mekong, muy local, donde vendían básicamente ropa y complementos.

La ciudad no tenía grandes atractivos, pero para nosotros era suficiente. Nos gusta ver el ambientillo de las ciudades, pasear y ver cómo se desarrolla la vida diaria.

Aprovechamos para trabajar varios días y básicamente estar por allí tranquilos visitando un poco la ciudad.

Thakhek

Después de unos animados días en Vientián y a pesar de que habíamos descartado hacer bici por Laos decidimos iniciar el viaje hacia Thakhek en bicicleta, porque nos daba pena no hacer bici por Laos, sabemos lo que nos perdemos cuando vamos en transporte público, así que decidimos hacer 350 kilómetros que esperábamos completar en pocos días.

La salida de Vientián fue bien y los primeros kilómetros se sucedieron por carreteras bastante bien asfaltadas. Sabíamos que había zonas sin asfaltar, pero esperábamos que fueran pocas porque habían iniciado obras el año anterior para asfaltar por completo la ruta y aunque no sabíamos exactamente cómo iban de avanzadas las obras, esperábamos que fuera bien.

A los 20 kilómetros de salir de Vientián y con un calor ya bastante importante, se acabó el asfalto… la carretera principal se convirtió en una nube de polvo donde camiones enormes, coches, motos, y demás vehículos intentábamos avanzar esquivando socavones , charcos, invadiendo el carril contrario, y en nuestro caso, intentando además que las bicicletas y alforjas no sufrieran con tanto bache. Tarea imposible.

Tomamos la decisión de volver a Vientián a coger un autobús y descartar definitivamente hacer Laos en bicicleta. El autobús tardó más de 10 horas en llegar al destino, y es que el asfalto solo lo vimos en un pequeño tramo. La carretera era estrecha y peligrosa en bastantes puntos, así que al menos yo, me alegré de haber dado la vuelta. El autobús iba lleno y pusieron pequeños taburetes de plástico en el pasillo para que la gente se sentara… 10 horas en esos pequeños taburetes eran una locura, además de muy poco seguro.

Thakhek es conocida por ser la puerta de entrada al famoso «loop» o «bucle de Konglor» que suele hacerse en moto. 450 kilómetros por caminos rurales con paisajes muy bonitos entre pueblos. El problema es que estaba cortado por las lluvias torrenciales. En este punto no nos extrañaba que muchos viajeros hubieran cambiado sus planes y salieran del país hacia otros del sudeste asiático tal y como nos comentaban.

A nosotros nos gustó mucho el ambiente de Thakhek con su night market local y el ambiente tranquilo de las calles. No es espectacular pero es muy agradable.

Pasamos allí unos pocos días y decidimos coger un autobús a Savannakhet, una ciudad un poco más grande desde donde partía un autobús hacia Vietnam. El autobús de Thakhek a Savannakhet es una de las experiencias más surrealistas y tal vez peligrosa, que hemos vivido.

Nos sentaron justo al lado de la puerta de atrás, el problema es que la puerta iba todo el camino abierta y no había nada que frenara una caída hacia ella. Hacía muchísimo calor en el autobús así que la idea de ir ahí recibiendo aire era tentadora, pero primó la seguridad y la certeza de que con el polvo que entraba no iba a salir nada bien.

Las bicis las pusieron encima de los asientos traseros, al lado y casi por encima de la gente que no parecía nada molesta, a nosotros nos sabía fatal. Nos cambiamos a los asientos que estaban justo delante de la puerta, que tenían el baño debajo oliendo bastante a orines, pero no había más opciones y con la cantidad de socavones y baches de la carretera descartábamos ir detrás de la puerta por el riesgo de salir volando.

El techo llevaba muchísima carga, enormes sacos que no sabíamos qué llevaban pero que casi igualaban el volumen del autobús. Lo que sí sabíamos es que dentro del autobús habían instalado barras para sujetar el techo. Aún así el techo se movía de forma independiente al resto del autobús, no sabemos ni cómo aguantaba. Después de unas cuatro horas por fin llegamos al destino.

Savannakhet

Savannakhet es la segunda ciudad más importante de Laos. Como ya hemos comentado alguna vez nos gustan este tipo de ciudades de ambiente muy local. Llegamos a un pequeño hostal, dejamos las cosas rápido y fuimos a cenar algo. Eran las ocho de la tarde y cenamos en el único sitio prácticamente que quedaba abierto, el resto estaba cerrando así que nos dimos cuenta de que habría que salir a cenar bastante pronto cada día.

Al volver al hostal tuvimos un problema con perros callejeros, que en cierto punto, en manada empezaron a ladrarnos de forma agresiva, eran unos 5 ó 6 perros ladrándonos… y venían más… Estábamos pasando al lado de unas tiendas que aún estaban abiertas, con los vendedores en la puerta que lejos de ayudar les pareció muy gracioso.

A Chema no le dan miedo, y a mi tampoco me daban hasta este viaje por el sudeste asiático pero era una situación un poco tensa… seguimos andando como pudimos sin mirar demasiado y en cuanto pasamos la esquina dejaron de seguirnos.

Al llegar al hostal me puse a investigar, porque además de los perros que nos encontramos nosotros, habíamos estado escuchando perros ladrar por algunas calles, ese nivel de agresividad de los perros tendría que haber llamado la atención de cualquiera que no fuera local (que por cierto, se movían casi exclusivamente en moto por la ciudad).

Rápidamente encontré información al respecto, y las noticias eran malas… por la noche la ciudad la tomaban los perros y eran varios los avisos de viajeros pidiendo a la gente extremar la precaución. Nos quedaba un día más en el hostel así que decidimos ver la ciudad de día y no salir cuando llegara la noche. Cenar algo en la habitación y ya está.

Nos gustó mucho la ciudad, super tranquila, gente muy amable… el old town de estilo francés colonial es una maravilla. Nos daba pena irnos pronto pero el tema de los perros era un problema. Ese día descubrimos la ubicación del night market, a orillas del Mekhong y con un hotel a menos de 100 metros. Podíamos cenar cada noche en el night market y luego ir al hotel sin necesidad de caminar apenas. Decidimos quedarnos allí un día y ver qué tal.

Fue un acierto porque nos gustó mucho el night market y los perros dejaron de ser un problema. Al final estuvimos allí una semana más disfrutando de la ciudad de día, y del night market de noche.

Nos fuimos de Laos varios días antes de que terminara nuestro visado… Nuestro análisis final es que habíamos tenido mala suerte con el tiempo, o no tan mala teniendo en cuenta que era época de lluvias y lo sabíamos. Nos gustaron mucho las ciudades pero sufrimos mucho en los trayectos. Hacer Laos en bicicleta es una buena aventura y seguro que la gente lo disfruta, pero a mi me pilló con falta de ganas y creo que es demasiado difícil como para hacerlo sin estar al 100%. Habría dejado Laos para los primeros meses de nuestro viaje por el sudeste asiático en bicicleta si lo hubiera sabido, después de ocho meses ya no tenía tantas ganas.

Si vas sin bici seguro que la experiencia es completamente diferente, el Norte ya está conectado con la capital con un tren de alta velocidad chino. La gente nos pareció un poco más ruda y menos amable en general, pero lo entendemos. Los precios un poco más caros que Tailandia o Vietnam, pero asumibles.

Hay mil excursiones a lugares increíbles, eso sí, cuidado con la temporada de lluvias que los paisajes cambian radicalmente, piénsatelo antes de venir o al menos ten preparado un plan b.

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